Tenía tantas palabras
Acuñadas en mi lengua.
Como en la palanca
De Arquímedes
Ascendiendo iban
En una suerte de espiral
Desde mi plexo
Hasta las concavidades
De mi corazón.
Tenía tantas señales
Estampadas en mi jerga.
Como en la imprenta
De Gutemberg
Aglutinándose iban
En una suerte de mixtura
Desde mi pecho
Hasta las sinuosidades
De mi razón.
Tenía tantos signos
Dibujados en mis piedras.
Como en el mecanismo
De Anticitera
Ultrapasando iban
En una lemniscata perpetua
Desde mis delirios
Hasta las fronteras
De mi ilusión.
Allí pretendí macerar
Cada uno de mis fonemas
A la espera
De que aparecieras,
Como las vírgenes españolas
En la conquista de América,
Y que vencieras
Con la sola manifestación
De tu presencia
El oprobio de mis verbos,
La vergüenza de mis predicados,
La timidez de mis sujetos y sustantivos.
Y que bajo el signo
Del ars combinatoria
Me poseyeran tus poemas.