De todas las estaciones
Que me han sucedido,
Han sido tus equinoccios,
Los vedados y prohibidos,
Los más trascendentales.
Tus semillas en estado latente
Cayeron en la tierra fértil
Que rodea mi interior
Y fueron expandiéndose
Mis anillos concéntricos
Hasta incluir las órbitas
Que rondan la cáscara
Del universo exterior.
A su tiempo,
Cuando giren las esferas
En su órbita sideral
Tus frutos brotarán
Y podré morderlos.
En el fascinante acto
De graciosa eucaristía
En el que ofrendas tu cuerpo,
Convertirás mi valle
De amargos huesos secos
En frutos silvestres de huerto
Que serán más numerosos
Que las arenas del desierto.