No tengo miedo ni vergüenza
De decir que mi corazón,
Se enternece cuando veo
Que por tanto tiempo fui
Una masa amorfa,
Un guiñapo,
Un estropajo,
Y que ahora junto a ti
Luego de anudar nuestras piernas
En mágica eucaristía,
He reverdecido
Como la mismísima
Vara de Aarón.
En realidad no era feliz.
Por tiempo tras tiempo fui
Una masa amorfa,
Un guiñapo,
Un estropajo,
Hasta que tú
Fuiste idóneo continente
Al cual amoldé mis huesos secos
Para que trazaras en mí
Tu cartografía del deseo.